Hasta este momento, la situación que me tiene muy molesta y con los tambos llenos de rabia han sido esas veces que me despiertan las ganas de ir al baño en plena madrugada y siento como la pesadez de mi vejiga carga con semejantes litros de orines. ¿por qué ahora? ¿por qué precisamente en invierno? ¿me lo merezco? ¿soy tan mala persona? ¿es un castigo divino? Nunca fui una niña mojacamas. Hay pruebas, recuerdos y el testimonio vivo de mi madre remata la veracidad de los hechos. Tampoco fui una niña miedosa y siempre me levanté al baño a pesar de que vivía en casas extrañas cada seis meses. Aprendí a controlarme y las ganas nocturnas desaparecieron por muchos años pues ya estaba educada y lista para disfrutar esa necesidad solamente por las mañanas. No sé en qué momento me perdí. Apenas los casi ya palpables dulces veintitrés ¿y ya comienza la incontinencia? Ja, ja, ja.
...pero el silencio es algo frío
y mis inviernos son muy largos.
Y a tu regreso estaré lejos
entre los versos de algún tango,
porque este corazón sincero
juro ser muñeca de trapo.
♪
1 comentario:
jajajajaaaa, me encanta tu blog, es la tercera vez que me doy vuelta por aqui y en algunos de tus post me siento a reir hasta que deja de dolerme la panza... besos.
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