martes, enero 15, 2008

¿¡Por qué todavía corres cuando podrías caminar conmigo!?

Las circunstancias no tienen porque's más bien tienen paraque's. Y entre esas afirmaciones, la línea es sumamente delgada y muy larga. Es donde caminas con un paraguas y haces miles de malabares, tambaleas, caes y vuelves a levantarte porque sabes que no es posible el retorno. No es un castigo, es parte de la vida. Preguntarte por qué es una pérdida valiosa de segundos y no puedes quedarte estático pues el mundo gira, no te espera, vibra por el tiempo a un ritmo acelerado y no hay oportunidad de calmar. En fin, quedas exhausto al tener que pasar por esa obligatoria acrobacia sin haber practicado antes.
La llamada experiencia, ese final determinante de arrugas, no siempre suele ser gratificante. Lo único que conseguimos es un: ¿por esto hice tanto pedo? y el para qué nos retumba en los ojos, refuerza la mente y nos da tintes de madurez, incluso pensamos que la línea no fue tan mala y hasta podríamos llegar a decir que el paraguas nos dio estilo.
Entonces pues, debo admitir que yo ya estoy muy cansada de las acrobacias del ahora y la verdad ya quiero llegar. Pero hay que esperar. Paciencia le dicen. ¿Para qué?



♪.....♪
He estado a punto de ir a buscarte
y entregarte de nuevo el corazón...

No hay comentarios.: