viernes, agosto 22, 2008

Juro que vale la pena esperar y esperar y esperar un suspiro

Ya era justo y necesario tomar una decisión drástica sobre mi cabello... y lo corte. Le metí la tijera enserio, sin ver y con la firme convicción de que aceptaría cuál fuera el resultado. Y el resultado fue que perdí toda mi fuerza; ahora sí juraría que soy la reencarnación de Sansón. A pesar de ello, me siento rara y satisfecha, creo que lo más tonto y sin importancia es que nadie se dio cuenta. Solamente yo le he llorado. Solamente yo sentí su partida. Seco y esponjado, pero así lo quería. Mi madre dice: el pelo crece, en cambio si te hubieran mochado la mano, ahí si mariquéale(?). Qué cosas. Uno se acostumbra tanto a un ente-cosa-equis que nos perdemos entre la línea del antes y después. Nacímos desnudos y nos morimos con la vestimenta favorita, lipstick y make up. Que horror. A mí que me entierrren desnuda. Sí, desnuda. Que solo mi cabello cubra mi cuerpo y mis labios tengan chapstick, eso sería natural. Qué natural soy.
Pues, ahora ando con pelo cortitito y de puntitas porque las circunstancias me muestran otro panorama, ya ni sé de donde salió tanto brillo en la piel, pero me dejaré llevar por su resplandor, eso qué ni qué.






Porque estoy tan sólo a un paso de ganarme la alegría
Porque el corazón levanta una tormenta enfurecida
Desde aquél momento en que te ví…

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