Ahora soy más amable que antes, más educada. Los "buenos días" están completos en mis labios y los extraños son como pequeñas flores que debo oler. La atención al cliente me marea con sus sorpresas y los "gracias, muy amable" se van acumulando en un collar de perlas que porto muy orgullosa. En verdad, soy otra. Siento como fluye la nobleza en mí y la puedo transmitir por el teléfono; a cada extensión, a cada departamento, a cada rincón del monstruo laboral.
Pero eso me ha traído muchos problemas. He cometido errores tan grandes que mi jefe termina por darme nalgadas mentales de lo impertinente e indiscreta que soy. Hago y deshago y vuelvo hacer y vuelvo a cometer la misma pendejada. Lo peor es que me digo: okey, ya entendí... ¡Y no es cierto! jaja.
Sin embargo, descubro cosas en mí. Descubro que no soy tan culera y si soy distraída; descubro que, efectivamente, soy irresponsable y que no me importa el qué dirán. Descubro que la vida de oficinista no es para mi espíritu y que la sonrisa conquista corazones. Descubro que la gente habla, habla y habla y nunca te dice nada a la cara. Y sobre todo, descubrí que los hombres mayores de treinta años y los menores de veinte no le pueden ofrecer absolutamente nada a mi alma infantil; yo sí pinto mi raya.
El punto es que siempre termino desviándome de la verdadera escribida y la verdadera plática. Soy experta en salirme por la tangente, lo sé.
Tal vez deba pensar más en mi estúpida amabilidad problemática y sí enfocarme en mis culeriadas astutas que andan todas ansiosas por salir. Sí, eso voy hacer. Al diablo con sus "Ah sí, no hay problema" y bienvenidos los "No, ahorita no puedo".
Pero eso me ha traído muchos problemas. He cometido errores tan grandes que mi jefe termina por darme nalgadas mentales de lo impertinente e indiscreta que soy. Hago y deshago y vuelvo hacer y vuelvo a cometer la misma pendejada. Lo peor es que me digo: okey, ya entendí... ¡Y no es cierto! jaja.
Sin embargo, descubro cosas en mí. Descubro que no soy tan culera y si soy distraída; descubro que, efectivamente, soy irresponsable y que no me importa el qué dirán. Descubro que la vida de oficinista no es para mi espíritu y que la sonrisa conquista corazones. Descubro que la gente habla, habla y habla y nunca te dice nada a la cara. Y sobre todo, descubrí que los hombres mayores de treinta años y los menores de veinte no le pueden ofrecer absolutamente nada a mi alma infantil; yo sí pinto mi raya.
El punto es que siempre termino desviándome de la verdadera escribida y la verdadera plática. Soy experta en salirme por la tangente, lo sé.
Tal vez deba pensar más en mi estúpida amabilidad problemática y sí enfocarme en mis culeriadas astutas que andan todas ansiosas por salir. Sí, eso voy hacer. Al diablo con sus "Ah sí, no hay problema" y bienvenidos los "No, ahorita no puedo".
♪
Así se nos da... y salimos
a solas permítame, sienta el ritmo
síguele exitándome, yo te convenso
matamos tiempo aquí, aquí, aquí
♪
a solas permítame, sienta el ritmo
síguele exitándome, yo te convenso
matamos tiempo aquí, aquí, aquí
♪
No hay comentarios.:
Publicar un comentario