y del romance incomprendido...

Se me hizo la invitación a una reunión de mujeres cómplices de los hachaques existenciales, la ausencia de amor y del romance incomprendido. Di mi introducción modesta dando las gracias por haberme invitado y pensando inconcientemente: que hago aquí?.
Dije: Mi vida ya son solo letras. Parece que a todas les gusto y me aplaudieron. No pasaron veinte minutos cuando decidieron volver a aplaudir. Se hizo una pequeña red de conexión donde cada vez que yo dijera algo meramente inspirador, aplaudian sin cesar y yo solo tendría que mover la cabeza pidiendo que pararan: no me lo merezco.

Baje del escenario, sequé mi sudor y todavía sentía la adrenalina...
Solo recibí saludos de felicitación: gracias por venir, nos hizo un bien.
Volteo hacia la oscuridad, una oscuridad que me invitaba a introducir mi cuerpo y envolverme en silencio.
Era él. Que haces aquí?. Estúpida sonrisa. Con sólo mirarlo desde lejos, entendía que todas las promesas que me hice quedarían en el olvido y marcharía de nuevo a las noches mágicas y rápidas de una casa hecha de amor.

Fue grandiosa la conferencia. Tu eres grandiosa.
Otra vez esas palabras. Son como pájaros hermosos volando en mi ventana apresurados a la primavera y huyendo del atroz invierno.
Yo supongo que debo decir: hola mi amor.
Si no lo sientes no lo digas, yo no lo pido...
Todo lo pides. Eres como favores...llegas, pides, te alejas y vuelves...esperas otro favor?
No. Ya no quiero favores. Te quiero a ti.
A mi siempre me tienes, solo que no te quedas para verlo.

No me detendre más en este aspecto. Siento que los hombres han interferido mas en mi vida de lo debido. No los culpo.
La culpa es mía, son demasiado irresistibles.
En fin, la conferencia fue todo un éxito. Creí que nunca pasaría, pero al menos cuando muera tendré la sabia convicción de que no dije tantas mentiras a tantas personas como lo haría un político en plena campaña.
Somos mujeres, debemos estar juntas. Wow! que frase no?...
la saqué de un libro, es un libro de pasta verde, un poco viejo...
no recuerdo el nombre, no me importa recordar nombres, siento que las caras son más confiables. Vez en ellas el resplandor del deseo, de la calamidad, de la euforia o de la hipocrecía. Ojos redondos nos dan confianza, nariz puntiaguda significa esperanza, labios bien formados son inconfundiblemente románticos y cejas muy ceñidas...
realmente no sé que signifique.
Eso era él. Me enamore de él. De eso. Y no, no puedo dejarlo a un lado, es mi vida, es todo, es eterno, es él. No diré como lo concí, no es relevante, no le importa a nadie...
Pero sí diré lo que me hace sentir: Me hace sentir bien.

Como va lo de tu libro?
Mal, no creo terminarlo este año.
Es por mí?
No, nunca es por ti.
Solo pensé en que podía ayudarte
a salir del hoyo sin inspiración en el que estás.
Quiero estar en el hoyo. Crees que eres mi inspiración?
Sí, de hecho si. Me haces sentir importante...
Dame el azucar y la cuchara.
Lo soy?
Si lo eres, y eres mi hoyo también.
Osea que estamos jodidos?
Y radiantes mi Benedetti...

Fue un día de trabajo como todos. No suelo tomar más de dos tazas de cáfe por la mañana. Nunca supe cuando empecé a tomarlo, tal vez halla sido un día en el que creí estar estresada y socialmente el cáfe relaja, así que supongo que lo hice una costumbre.
Costumbre, que palabra tan poderosa, verdadera, significativa, melancólica, añorante, estable, simpatizante...cargada de miedo. Yo me acostumbre a las noches con él, tumbados en la cama, mordisqueando nuestros labios, oliendo su piel y acariciando las caricias. Empapados de amor solíamos hablar de política.
Creo que nos exitaba más la constitución que una película pornográfica. Cigarrillos, besos y almohadas, eran los domingos por definición.

Te gustó?
Hemos tenido mejores.
Lo sé, pero me preocupa que todo lo que se logró se venga abajo
por un pendejo en el gobierno.
El presidente tiene la culpa de que no se te paré bien?
Tal vez...que hermosos ojos, me los das?
Son tuyos, solo que no te quedas para verlos.
No me quedaré y lo sabes.
Quiero que te quedes y no, nunca lo sabré.

La oficina es algo grande, mi jefe es amable, no me importa entregarle tanto reporte inútil. Una vez me miró los senos y en su cara se dibujo esa pequeña sonrisita maliciosa que los hombres suelen tener cuando una mujer los provoca sin darse cuenta.
Me gustó, para que negarlo. Es el ego de una mujer: el saber que puedes provocar ciertos pensamientos lujuriosos en hombres maduros y sobre todo poderosos nos derrite. Te hace sentir el mundo a tus pies sin haberlo pedido. Que poder tan grande les entregamos, que solo pensar en tener sus manos sobre nosotras nos entregan el universo. Algún día caerán por completo y lo compraremos a buen precio.
Sí, él lo ponía a mis pies. Pero la diferencia fue que yo se lo pedí. No es que sea una fácil o una perra como dicen por ahí, pero sin duda, yo sé lo pedí. Le dije con la mirada que lo amaba, le susurré al oído el deseo de tenerlo en mí, acaricié sus ideales y los puse en el pecebre de la fidelidad; canté la melodía de su vida y la compartí con los más oscuros rincones de mi alma. Le dije que pusiera el mundo a mis pies, que me acurrucara en sus brazos y me moldeara a su cuerpo para que automáticamente mi ser se completára con él.

No me llames por favor.
Por que no? quiero hacerlo.
Piensas que quieres, pero no lo harás.
Bueno, pienso en hacerlo, es algo no?
Si es algo, pero no basta para mí.
Te llamaré.
A las ocho está bien.

Dicen que para tener una buena historia tienes que tener un final bien definido. Y yo no lo tengo. Soy una mujer en la que todos pondrían la etiqueta: dentro de la normalidad, con metas humanamente posibles pero individualmente inalcanzables. Soy parte del promedio general de una vida sana, llena de tristezas y alegrías, pensamientos revolucionarios y un amor incomprendido. Sabiamente me inclino hacia el poder de la letra. Si no lo hiciera, mis pensamientos se quedaría en el olvido de mi mente y ya nunca los volvería a ver.
Mi amor por él no cambia. no lo hace, por más que lo entierro junto con su cuerpo, no se va.
Y muy dentro de mí, sé que no quiero que se vaya.
Me temí el final desde que lo conocí, supe que se marcharía primero que yo. Supe que el que dejaba era él, que la que se quedaba era yo.
La que recordaría sería yo, la que durmiera en una cama fría ausente de amor de la vida.
Todos dicen: eres fuerte. Pero no, nadie ve lo que él veía, nadie consuela lo que el me decía. Todos ven nada porque no hay nada en mí y estúpidamente no lo saben.
Nadie entiende ni nadie comprende. Que la perra en esto fui yo.
Lo ame, me gaste su vida y al final lo que obtuve fue el recuerdo de una mujer que era y que ya no es.