No soy del tipo de persona que manda sus sugerencias a los escritores de columnas para refutar o felicitar las cosas que suelen decir por medio de los dedos, ni tampoco dejar mi opinión en foros y esas cosas. Pero hubo una vez donde pensé que sería bueno decirle que me gustaba su columna y que verdaderamente la disfrutaba cuando mis aposentos descanzaban en el trono real de esta casa: el baño. Así lo hice y le escribí un e-mail casi kilométrico a German Dehesa lamiéndole hasta el último escaso cabello que le queda, no sin antes utilizar la típica frase "yo sé que recibe muchos comentarios de este tipo..." e inmediatamente recibí una respuesta suya al día siguiente.
Al principio me emocioné, para que negarlo. Pero luego ocurrió que perdí cierto interés en el hombre y sus escritos. Fue como desilucionarme porque me había convertido en una más en su vida al recibir una respuesta. Es como los mensajes de navidad y año nuevo que mandas a todos los de tu lista; horriblemente fríos y sin intención más que hacerte sentir parte de un chip.
Aprecio la molestia que se tomó al enviarme un comentario tan amable y decir que siguiera con mucho entusiasmo mis proyectos, sin embargo, todas aquellas palabras no llenaron el hueco de credibilidad que tenía sobre ese e-mail que mandaría. Los famosos siempre te harán sufrir. Patético.
Por eso pienso que el anonimato es bueno para mantener la llama del amor verdadero entre un columnista y yo. También pienso que no deberías hacerme sufrir. Poético.
♪♪Puedo aspirar a ser para ti un tiempo perdido
pero se perdona pues ya terminó♪♪
1 comentario:
Hummm quizás sea porque la lejanía de los columnistas o escritores famosos forma parte de su encanto, o... quizás no.
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