domingo, junio 08, 2008

Nunca he cambiado para mí...

Y estaba ahí, intacta y desorientada. Solo alcance a escuchar mi nombre alertándome de su presencia. Actué tan rápido que hasta el momento sigo pensando qué fue lo que me movió a hacerlo. Hay demasiadas teorías y enfoques para detectar lo que me sucedió pero encuentro una muy peculiar que es la llamada fuerza interior. Esa fuerza que solo alcanza su mayor esplendor cuando las antenitas de alerta sacuden a los sentimientos y a las emociones.
Probablemente la expresión y el significado de la frase sean demasiado poéticos y algo pretenciosos para fundamentarla como opción ya que solemos relacionarla con algún tipo de fantasía cinematográfica, evento telenovelero, poemas baratos y uno que otro pensamiento coloquial. Sin embargo, dicen por ahí que el espejo de la realidad es la mismísima existencia de lo inverosímil y me atrevo a decir que aquellas fuerzas interiores que se acumulan, tienen algo de sentido.
Puedo decir que para muchas cosas conservo mi terror intacto y procuro la acción de huir en cuanto percibo el peligro, pero a veces, cuando nada es notorio, las ganas de enfrentarme con quién sea aparecen sin chistar.
Todo fue muy rápido; por un lado, pesaba el lugar y el momento en el que estaba y no iba a dejar que ella interfiriera con eso aunque fuese indefensa y tolerable; pero por el otro, tenía que tomar las riendas de mi existir y definir hasta cuando iba a desprenderme de ese absurdo miedo.
Así que lo hice. No me arrepiento en lo absoluto y matar una cucaracha fue la mejor desición de mi vida al enfrentarla en un terrible e incómodo momento. Ojalá los defensores de los animales no se lo tomen tan apecho. Gracias.




...quiero arreglarme junto a ti
♪:::::::::

1 comentario:

Orizschna dijo...

Yo no la puedo matar........jamas, primero grito, lloro y me privo que pisar a un animalejo tan asqueroso ajajajaja.
Saludotes Compita.........ya ando de retache.