miércoles, abril 16, 2008

Con mi eterna obstinación II

Ya pasaron más de cuarenta minutos y seguímos aquí paradas como unas verdaderas idiotas Marina le dije bastante molesta y me enfurecí mucho más cuando me contestó: ya llegará, aún no son las 10:23. ¡Las personas no son exactas son patéticamente impredecibles; son pequeños agujeros sin fondo ni hora!, quise gritarle y golpearla un par de veces, pero qué caso tenía. Me enfoque en el hecho de que las 10:23 no significan nada en mi vida, solo es un tiempo medido sin temor alguno de ser atrapado.
Resulta gracioso pero he llegado a la conclusión de que me volví mucho más realista desde que me engañaste. La razón de mi enojo con Marina es la soledad que la lleva a permancer en este lugar esperando y mi enojo contigo fue que no me valoraste... y yo no me esforcé. El mundo gira millones y millones de tiempos y en realidad no nos movemos hasta descubrir secretos en el aire. Yo te descubrí y me dio la peor convulsión de realidad parecida a mi nacimiento.
¡Míralo, allá va! me dijo muy emocionada y remató diciendo: y son las 10:23 Karla, te dije que era puntual. Eran las 10:23 exactas y lo único que pude ver fue tu recuerdo caminando en sentido contrario al de mi vida.

1 comentario:

dani dijo...

hostia, te ha quedado un final triste, pero precioso