sábado, junio 27, 2009

Dios perdona, el hombre a veces, la naturaleza nunca...


Sinceramente, todavía siento su partida. En mi rinconsito me escondo y me hago pequeñita para poder extrañarlo porque no me gusta que me vean cuando admiro o cuando lloro, cuando me despido o cuando siento, es horrible saberse visto por cualquiera que tiene ojos y más cuando te esmeras en esconder aquello tan transparente.


Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.



Mario Benedetti

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