Y yo me preguntaba como le hacían los grandes escritores para redactar y pensar lo que plasmaban en sus hojas. Cuales eran esos sentimientos que afloraban en sus mentes y como un virus mágico que recorría las ganas, sacaban la pluma y obtenían el delicado y satisfactorio FIN.
Desde que estoy en esta cama creo que lo he descubierto: Pensar. Tengo muchísimo tiempo para pensar. ¿En qué? -Tonterías- me digo. El techo del cuarto es tan simple y falaz que a veces con tan solo mirarlo me deprimo. Por eso es que cerré los ojos y mi atención se concentró en la oscuridad. Ella me lleva a lugares que recuerdo perfectamente y los olores son tan vivos que al inhalar juraría que estoy ahí. Cosa que no suelo hacer ya que no me gusta jurar porque siempre he de decirme: ¿Para qué poner a Dios entre dicho, si de todas maneras ellos creen mejor en mi palabra que en la de él?. Triste.
Ultimamente lo he recordado, no a Dios, sino a él. Se me esta borrando su rostro de mi memoria, pero el olor, ¡Ha! bendito olor... no puedo quitarme esa esencia de la piel. Tú café. Es como esa comezón que tratas de aliviar y mientras hundes tus uñas, vives un momento glorioso y piensas que haz terminado con ella, engañosamente la piel se pone roja, se incha y crea ese círculo que nunca ha de acabar. Tal vez ya me resigné a que no podré contra el enemigo y tengo que unirme a el.
Recuerdo muy bien esa noche en mi banqueta. Estaba sentada fumando un cigarro. Empuñaba mis dedos de la mano izquierda y mientras, me sentía preocupada, irritada, frustrada, pero no sin antes practicar esa sencilla y forzada sonrisa que demuestras ante las más tonta excusa llena de perdón.
Había niños corriendo detrás de una pelota y con esas vocecillas chillonas que los caracteriza la pedían -A mí, Aquí-.
Pensaba que yo pude haber sido un hombrecito futbolero, encandilado por los goles, secarme el sudor con la manga de mi camiseta del America, gritar grocerías y llevarme las manos al rostro cada vez que fallara. Pero no, nunca me gustaron los deportes y dudo mucho que haya sido hombre. Mi feminidad es tan consistente y predecible, que suelo asquearme de tanta cotidianidad y verse al espejo ya es una realidad que endurece los pensamientos, mi calidad como persona, la esencia de venus que buscamos tener siempre.
Seguía observando la calle, me distraje... ruidos y no miraba el fin. Los finales felices me encantan. Siempre le decía que si algún día iba a dejarme, tenía que hacerlo con una sonrisa y que la desgracia fuera más humorística que melancólica. Reíamos acerca de eso y siempre era el mismo diálogo
-Nunca te dejaré tontita-me lo decía al oído
-Nunca digas nunca mi amor- contestaba.
Y sus ojos llenos de desaprobación clavados en mí y un beso en la frente acababan con ese momento.
-Eres muy insegura- me llegó a decir varias veces y en tono de reclamo.
-Y tú eres muy estúpido al decirme eso- siempre con esa voz desafiante y la tranquilidad que lo desquiciaba.
-Pero te amo-
-No me toques, hueles a café-
-¿Así me quieres?-
-Ya qué-
No importaba cual era la discusión, todo el tiempo se hacia presente el beso empalagoso que se requiere para esas reconciliasiones empalagosas. Que patético y trillado puede sonar, pero necesario.
Para ser sincera, no sé como llegué aquí, sospecho que fue por la distracción. Mi madre no se separa de mi lado y creo que aún sigue llorando. Nunca me ha gustado llorar, las lágrimas son sinónimo de debilidad y la debilidad no encaja conmigo. Lo descubrí cuando era niña. Iba camino a mi casa y en la esquina donde está ubicada la vivienda de Doña Cuca, señora de edad avanzada con una variedad de animales en su jardín, estaba un perro raza pastor alemán y en su ocico traía a una paloma casi muerta. Jugaba con ella como si fuera un trapo viejo. Me detuve a observar como lo hacía y aunque pude haberla liberado de ese feroz ataque... no lo hice. Sabía que si la arrancaba de sus dientes, quedaría muy lastimada, no podría volar y su supervivencia sería de unos cuantos minutos. Entendí que tal vez ese era su destino, ¿quién soy yo para truncarlo? Es la ley de la selva con olor a maleza y delirio de persecusión.
-Si que eres cruel- me dijo el día que se lo conté.
-No, soy realista- contesté.
-Invitame a tu realidad, que a veces me asustas-
-¿Así me quieres?-
-Sí-
En fin, las lágrimas no son un buen tema de lectura, tienen ese poder salado que insulta a la buena alegría, a mi buena alegría... que nunca estuvo tan presente como cuando estaba con él.
Mi historia es muy simple, ya no sé si sonrío, si mis mejillas estan sonrojadas, si han peinado mi cabello, si me han quitado las imperfecciones que tanto le escondia, si mis uñas siguen carcomidas, y ese olor... Mhmmm, es de lo único que estoy segura. No tengo mucho que contar, en este cuarto hay demasiados beeps para no ignorar el estado en el que me encuentro, supongo que son parte del recordatorio de que tal vez no saldrás de este lugar.
Sé que estuvo aquí, platico con mi madre y lloró por un rato. Creo que apesar de todo si me ama, no tanto como yo a él, pero lo hace.
-El que no te lo demuestre, no significa que no lo haga.
-¿Por qué no puedes ser normal, hacer poemas, darme chocolates y presumirme con tus amigas?-
-Lo hago, pero no a tu manera-
-Deberiamos hacer una lista de defectos, a ver quién tiene más-
-Te ganaría, pero aún así me amas-
-¿Por qué estas tan segura?-
-Es evidente, con solo ver que te tocas la nariz cada vez que mientes y que rechinas los dientes cuando tratas de retarme...
-Tú no tienes el control-
-Ya lo sé, pero me gusta jugar a que lo hago-
.
Y por fin ahí está ella, recorre el pasillo... Miralá, camina tranquila, sin pausa, sin prisa, atraída por mi. Toca la punta de mi nariz y como pequeños destellos de luz, el mundo acaba. Acostada, extasiada, confundida, ansiosa, agitada, molesta, inconforme. No es tan malo como parece.
Olor a flores. Ya lo sabía. Olor a café. Odio el café.
Las personas no suelen tomar la muerte como es. En realidad nadie sabe lo que es. El preguntarse "por qué" ya no es suficiente para nadie y el llorar es el único consuelo. Hoy lloraré por la muerte, por la vida, y por él. Odio las lágrimas, odio el café, odio la poesía, odio no estar con él y su café. Pero me resignaré a flotar a mi nuevo lugar y descansar, pensar, meditar, analizar, comprender y dormir será mi nueva tarea. Escribiré... ¿Se podrá?.
¿Eso es lluvia? Sí... la lluvia purificadora de almas. Me siento renovada, acarician mi cara pequeñas gotas de sanación, de placer, hay felicidad...
ya no huelo ni odio el café.
10 comentarios:
Hay que leerte entre lineas niña, me agrada, sabia que tenias algo escondido dentro de ti.
Luego no me preguntes por que me enamoro jajaja.
saludos presiosa.
R.
creo que el amor hace desvanecer cualquier defecto y problema.. no es nada facil y duele y mucho...
no estes triste niña... el amor por si solo ya es feliz.. solo dejalo que te acompañe..
P.D. la medida del amor.. es amar sin medida...
Las tormentas pasan. me ha gustado tu redacción, y la forma en que fluye la historia entre linea y linea. muy buen estilo.
la inspiracion es efimera, hay veces que se escribe cada quince segundos y hay veces que ni un tino, como ahora yo en mi blog.
Te falto poner al final:
OJALA QUE LLUEVA CAFE EN EL CAMPO, QUE CAIGA UN AGUACERO DE ..... Y MAGUEY, OJALAIIII, OJALAIIII (ojala que llueva cafe.....)
Olfato...sentido menospreciado en demasía, que al menos a mi.. siempre me hace recordar.
auchh! Saludos!
que bien redactas...es inspiración que nace del corazón?
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El cafe aes adictivo son de ese clase de drogas que como hacen daño pero como se disfrutan y mas cuando dejan buenos resultados, osi ultimamente lo eh recordado no a Dios sino a ´´el.
saludos hermosa
me lo imprimi ja ja :P
gracias por el consejo susana!! de verdad te lo agradezco, digo me gusta ke personas komo tu respeten las decisiones ke otros toman y no las critiken kon algo ke no conocen!!!! kuidateee saluditoss byeeeee
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